Wednesday, September 27, 2006

DE REGRESO AL SENTIDO COMÚN.

NOTA INTRODUCTORIA.

La globalización, entre muchas o pocas cosas que nos ofrece, está la de permitirnos reconocer que somos habitantes surgidos todos del mismo planeta: La tierra. Esto nos explica el que la diversidad de culturas, de religiones, como la diversidad de modos de interpretar la vida, responde a la propia diversidad biológica que el planeta nos ofrece.

Las ideas que se vierten en el presente trabajo, desean exponer la sencillez que puede prevalecer en el ejercicio del conocimiento, cuando lo interpretamos desde el contexto que lo determina. La tarea no es fácil, dada la coherente complejidad que los filósofos y científicos le han dado a la interpretación del hombre, por el hombre, mismo. Deseamos no caer en la misma trampa, ojalá nuestros razonamientos permitan el retorno al sentido común, que tanta falta nos hace.

DEMOS INICIO.

Los seres humanos, desde la “comunidad científica”, en lugar de tratar de explicar lo que les rodea de la manera más sencilla, parecieran complejizarlo todo. Incluso lo más nuevo que se lee dentro del mundo académico suele titularse “introducción al estudio de la complejidad”.

Podríamos estar de acuerdo que el ejercicio del conocimiento es complejo, si es que insistimos en la necesidad de entender y explicar todos los comportamientos humanos, sus exposiciones o sus efectos, y con ello establecer leyes que expliquen el movimiento de la sociedad en su conjunto, en lugar de analizar las causas que de manera diversa los determinan y explican.

La reflexión sobre las causas, o de lo que ocasiona un comportamiento nos puede de manera simple llevar a utilizar el sentido común, es decir a descifrar la percepción que todos lo que habitan un mismo contexto, graban y seleccionan en su mente, traducen en su cotidiano actuar, y reproducen conceptualmente.

Las causas las encontramos en la diversidad de contextos que conforman la agregación social, y es esta la que tipifica los comportamientos humanos.

Los seres humanos cuando tienen como primera referencia a otro humano, se introducen en el laberinto del pensamiento de otro ser, que como él, también tiene a otro ser humano como referencia inmediata. Así el pensamiento se vuelve, entre humanos, un laberinto infinito sin salida.

Independientemente de la explicación científica del origen y de la reproducción del hombre, podemos tomar conciencia que los modos de percibir la realidad son tan sencillos que por ser tales, solemos pensar que navegamos en el error. Si percibimos la realidad a través de la percepción del otro, resulta lógico que las ideas del otro y las de los otros, integren nuestro pensamiento. Tenemos claro que lo que percibimos del otro no todo lo registra nuestra mente. Nuestro cerebro lo recibe, pero nuestra mente lo selecciona, a través de categorías definidas por interés, afectos, formas, que también nos son inducidas por los otros.

En el largo proceso de hominización, o sea, el recorrido en tiempo y espacio que ha tenido el hombre a lo largo de millones de años, cada persona vivirá la referencia de lo que le rodea. Si vive en las montañas adquirirá de ellas sus múltiples enseñanzas, si vive en el desierto lo mismo. Y si vive rodeado de otros humanos, asimismo y de ellos integrará su pensamiento.

La complejidad, o la complicación que el hombre le da a su pensamiento, dependerá de la complejidad de lo que le rodea, pero lo complejo, lo tenemos en nuestro propio cerebro, en la medida que absorbemos la complejidad de los otros.

Muchos afirman que en las regiones denominadas “indígenas” se da de manera natural la sabiduría, o que el pensamiento campesino está más cerca de la armonía, en contra posición del pensamiento que desarrolla una persona en la ciudad, que tiene como referencia a una muchedumbre de seres que cargan en sí mismos complejidades mayores o menores. Esto suena lógico, si entendemos que la vida indígena, está rodeada o tiene como referencia a la naturaleza.

Resulta obvio que un ser rodeado de naturaleza se explique en función de ella, porque es su referencia, y lo mismo una gente en la ciudad, desarrolle la complicación porque su referencia es la complicación de otros que a su vez cargan la complicación de otro más que le antecedieron.

La existencia del homo sapiens, es decir un hombre con conciencia de serlo se hace compleja porque no descubre que carga en si mismo su homo demens, es decir su brutalidad, expone su brutalidad ante la brutalidad de su referente, o sea, otro humano y el homo sapiens que ve en la naturaleza la armonía, tiende a integrarse en ella, su referencia, y explica la vida de esa manera aunque también percibe la desarmonía de su naturaleza, cuando tiembla, cuando hay eclipses, tornados, huracanes, etc. y absorbe la desarmonía convirtiendo su interpretación en miedo, respeto, veneración, mensaje, etc.

La naturaleza genera sus propios principios religiosos, lo que a su vez engendra una moral, una ética, que reproduce a través de su religión natural, como parte integradora del universo. Eso explica el porqué de la diversidad cultural, como la diversidad de contextos que abriga la formación de una persona. El hombre que vive en centros urbanos, al explicarlo todo en términos humanos elabora también principios de ética y moral homólatra, es decir, el humano lo educa, lo forma, por eso hace al hombre mismo el centro de su religiosidad.

De manera sintética podemos afirmar que cuando el hombre tenga como contexto central la naturaleza, su fe y su comportamiento se convertirán en naturolatría, por el contrario cuando tenga un contexto esencialmente integrado por humanos, su fe, su creencia y su pensamiento será homólatra.

Desde antes de la era planetaria, la historia escrita o dibujada, nos reafirma la sencillez del reconocimiento de los contextos del hombre. Los que han hecho del hombre un dios, normalmente provienen de núcleos urbanos densamente poblados, o de Estados diseñados por el hombre y gobernados por hombres. La cercanía del hombre con otros hombres, provoca su propia adoración, como también su repulsa. Ante el control del hombre por el hombre, surge una religión del hombre para el hombre. Los profetas encuentran en el hombre mismo su salvación, al no encontrarla en la tierra la ubican en el cielo. Esto es lo que algunos autores han llamado. Religiones de salvación celeste.

En otros contextos, el hombre al tener como referencia a la naturaleza, en el mar, en la montaña, en la selva, en el ecuador, en llanuras, tiende de manera natural a diseñar religiones de salvación natural. y desarrollan el conocimiento naturocéntrico.

Los grandes personajes de la historia escrita nacen de un pensamiento homólatra, urbano. Los conquistadores, emperadores, escritores en su mayoría, surgen en contextos impregnados de homolatría, por lo mismo, de una complejidad humana sin límites.

LA EXISTENCIA DE PARADIGMAS

No nos cabe duda que el pensamiento de un contexto u otro, elabora sus propias herramientas para ordenar el pensamiento. Elabora categorías, conceptos, cuantifica y califica los fenómenos que observa. Cada paradigma tiende a explicar coherentemente lo que entiende, lo que le preocupa explicar, por ello el paradigma occidental busca explicar al hombre en su medio y otros paradigmas buscan explicar la naturaleza en la que vive el hombre desde la naturaleza.

Se ha afirmado hasta la saciedad que el paradigma occidental separa al hombre de la naturaleza, de sujeto y objeto, de espíritu y materia, de forma y contenido, etc., etc. pero el pensamiento surge en un contexto en donde la referencia inmediata es el hombre, de ahí que otros filósofos encuentren como la esencia de lo occidental, la medida; es decir, la comparación, la cuantificación y por ende el mercado y la acumulación. Mide al hombre y lo controla, y con ello se adueña de la naturaleza cuantificando su valor y explotándola como una mera cosa. En el polo contrario, se afirma también que la filosofía oriental se define en lo inmensurable, en la totalidad, en el universo, en el todo mientras que en occidente se fija en las partes, hace pedazos la totalidad para entender la vida humana y termina por fragmentar su interpretación como también fragmenta a los seres humanos.

La histórica lucha entre religión y estado, es decir la lucha inmensa del hombre por la libertad de pensamiento se da en el contexto homólatra. Ambos modelos de asociación, con base en principios, normas, dogmas, valores, ritos, símbolos, no son más que modelos de poder, de control, de sometimiento de actitudes como de pensamientos. Ante el imperio romano surge el cristianismo, ante la monarquía religiosa aparece la libertad, la igualdad y fraternidad de la revolución francesa. Ante el capitalismo surge el socialismo, ante el autoritarismo surge la democracia, todas estas, en suma religiones de salvación celeste y terrestre, exponen una historia dibujada por el hombre para el hombre.

En otro contexto surgen las que se han llamado religiones politeístas, más acorde a contextos naturólatras, que no ofrecen un devenir histórico lineal por lo contrario parece mantenerse ahí contra viento y marea, sin profundos cambios caminando al ritmo del cosmos, de la totalidad , del universo, entendido ahora como pluriverso, desmantelando al individuo y ofreciendo la comunalidad. Lo vemos en religiones como la Mixe, Aymará, tibetana, americanas o Asiáticas. En su mayoría en las grandes alturas o a la orilla del mar, en lugares titulados como “marginados” “pobres” selváticos” “atrasados” “explotados”; en regiones del sur o en “regiones subdesarrolladas”. Siempre medidas por entes homólatras de occidente, pretendiendo la interpretación de totalidades, pero encontrando el necesario respeto a las diversidades, tanto raciales como políticas, culturales y sociales. Las del norte padecen la presencia de sociedades naturocéntricas en el ártico, y las del sur padecen las presiones de interés colonial homocéntrico, que buscan el control de la riqueza natural que es entendida como mercancía. Por todo esto, podemos asegurar la existencia de dos paradigmas: el homólatra y el naturólatra o natural.

LOS APORTES DE UNO Y OTRO CONTEXTO.

Es indudable que en pleno siglo XXI existe clara conciencia de los grandes aportes de la ciencia occidental, numérica, matemática, física y química como también biológica, medica, pero pesa mucho su predominio en el pensamiento mundial por su carácter colonial. La mentalidad homólatra en su borrachera de poder, le ha llevado a imponer su tecnociencia, su burocracia incluso su democracia. Sus aportes al hombre son sobrevalorados por el hombre mismo, tan es así que está situando en peligro a todo el planeta. Para occidente homólatra y mercantil, la naturaleza no es más que mercancía al servicio del hombre, como tal, debe ubicarse en un segundo plano. Primero es la satisfacción del hombre y al último es de la naturaleza, la que no piensa, la que no siente. Esta subestimación de la naturolatría ha llevado a los propios homólatras a mirar a sus espaldas, y empiezan en el siglo XX a mostrar preocupación por los excesos de su pensamiento.

No solo el liberalismo y el marxismo del siglo XIX generan fórmulas nuevas de salvación terrestre, en la actualidad se llegan a inventar disciplinas conceptuales que intentan reconocer el paradigma opuesto, al naturocéntrico, el americano, oriental, originario y empiezan a proponer a la biología, a la geografía como disciplinas necesarias, a la sustentabilidad o lo territorial como concepciones económicas de arrepentimiento. Muchos han sido los avances en las técnicas de medición, pero pocas para la comprensión de la naturaleza. Se ha avanzado en informática, en economía, en comunicación, en medición geográfica, aunque estos mismos avances parecieran controlar a sus inventores, a sus productores. La economía cada vez la entienden menos, la informática pareciera fuera de control, la tecnociencia en la rebatinga de las superpotencias, y todo bajo el signo de la propiedad, que pareciera asegurar el futuro del hombre aunque esté resultando lo contrario. El planeta se está derrumbando, se está desgastando, se está calentando y la gran casa que nos da cobijo y sustento a todos; pareciera romperse en pedacitos.

La ceguera del lado homólatra avanza aunque ofrece algunos síntomas de claridad. El concepto de desarrollo prevalece dentro del pensamiento homólatra, ahora se habla de desarrollo sostenible, desarrollo sustentable, desarrollo territorial, desarrollo rural, etc. se diseñan métodos sobre métodos de aproximación, de apreciación, de sensibilización, de planificación y de investigación, pero todos parten de ver al hombre para el hombre y siempre aparece el Mesías, el conductor, el verdadero, el transparente, el mero, mero, unos lo ven en el proletariado, otros en los campesinos, otros en los indígenas. Otros en nuevos héroes, líderes carismáticos. Pierden fuerza los partidos, las religiones, aunque no se desechan del todo. La democracia campea como fórmula mágica para la salvación terrestre. Dentro de esta, la naturaleza sigue siendo una última referencia. Se asoman esperanzas sobre todo en América del sur, con sociedades mayoritariamente naturólatras, pero rodeadas de amenazas, de presiones sobre su riqueza natural.

Del occidente científico afloran momentos lúcidos, ahora ya se reconoce y se habla de ciudadanía planetaria o terrestre, se comprende que somos producto del cosmos, del planeta, de que somos parte integrada a la naturaleza. Ahora se habla de antropolítica, de ecopolitica, de una necesaria reforma del pensamiento, pero no se abandonan la libertad, la igualdad, la fraternidad, la solidaridad, como conceptos centrales de una homolatría que no se explica si no con base en el contexto que conforma al pensamiento humano. Es cierto, se ha avanzado en la interpretación de la era planetaria, ahora ya se entiende la necesidad de los mundiólogos, se define el destino común, pero aún se depende de fórmulas asociativas cuantificables, equilibrio social y político de poderes, se sigue estimando a la democracia y a la autonomía individual, aunque ahora se atrevan a ponerle de apellido ciudadanía terrenal e introduzcan la necesaria noción de la totalidad sin dejar de fundamentarse y desarrollar el conocimiento de las partes.

Se está logrando entender al mundo, al hombre pero desde el hombre mismo, por lo mismo se hace necesaria la proposición de nuevos conceptos pero que partan de lo sencillo, de lo palpable. El hombre se ha separado tanto de la naturaleza que parece que ha perdido la posibilidad de la totalidad. Integrar el conocimiento y no seguir en las partes, en la fragmentación, en la medida, en la separación, por eso, hoy más que nunca se hace necesario el subrayar el reto urgente de volver al sentido común, es decir a la sensibilidad natural. Solo de esta manera podremos sacar de este laberinto no al hombre sino a su pensamiento, que se ha perdido en la penumbra del yo, del ego, del individuo.

UNA NOCIÓN COMPARTIDA.

Si estamos de acuerdo que el hombre está definido por su contexto deberemos privilegiar el sitio en el que se desarrolla su pensamiento. Es decir, si es urgente integrar un nuevo paradigma, debemos partir del contexto natural que abriga al hombre para diseñar las estrategias, las políticas que formulen de manera sencilla el pensamiento necesario.

En primer lugar debemos desechar la medida como principio de razonamiento. Las teorías cuantitativas, deberán ser trascendidas por las cualitativas y cuantitativas en su unidad. En segunda instancia, resulta necesario entender que el pensamiento es resultado múltiple, en movimiento, conservador, transformador, pero resultado a fin de cuentas de una suma de presencias que se dan en el contexto. Si vives cerca de la naturaleza tendrás en la marcha del firmamento, el ritmo para comprender el nacimiento del color, de las plantas que hacen tu existencia, una magia permanente, un ámbito en el que se da mas la poseía, que la prosa de la rutina. Un contexto natural, te impregna de ánimo no de prisa, de calor no de sed. El método que se genera al aprender lo que se mueve ante ti, tiene un ritmo no cronometrado y se vincula poéticamente al día y la noche. Aunque tu labor tenga un horario adquirirás en la actividad de la naturaleza su ritmo, tu cerebro lo guardara todo, pero tu mente seleccionara lo necesario para relacionarte con las personas que te definen, que hacen tu persona.

La naturaleza permite y obliga a la persona a asociarse, primeramente trascendiendo las necesidades, con actitudes reciprocas, que nos son meramente fraternas, si no necesarias, obligatorias, generadoras de normas, fundadas en el respeto y por lo mismo en la integración de la diversidad de sus habitantes. Nos estamos refiriendo a la comunidad territorialmente definida.

La naturaleza ofrece la sobre vivencia pero reclama su cuidado. Todo esto, genera formulas de convivencia claramente precisadas. Una de ellas es la asamblea, el ámbito de toma de decisiones, la que exige y obliga a la participación, luego encontramos y como derivación la concentración del valor de la representación; el cargo. Si, a si se le llama por que pesa una representación obligada. No es lo mismo que aquella que es el ascender al poder que se convierte en negocio, en la negación de otro, en la eterna lucha de competencia en donde se ubica en la balanza el discurso frente a la práctica. El cargo es prestigio, es valor colectivo, definido por el trabajo, es decir, acción que objetiva la presencia. El trabajo en comunidad es método y esencia de realización comunitaria. Se da la responsabilidad comunal más que la propiedad comunal. El trabajo categoriza la existencia en la asamblea, como el trabajo para la toma de la decisión, el trabajo en el cargo para la coordinación y representación lo mismo que el trabajo intelectual y físico para el mantenimiento de la comunidad y por ultimo el trabajo para el goce o el trabajo para la fiesta. El concepto que emana de esta realidad asociativa y que tiene como referencia es: comunalidad.

Suena curioso, que la historia del hombre haya desarrollado con todo excelsitud la individualidad, concepción que le da poderes inimaginables al hombre, subraya la autonomía individual como el acto puro de realización humana y es correcto, pero le separa de la realidad, lo aísla y le quita su naturaleza asociativa todo lo que explica su pensar, que es también una resultante social.

Desde esta perspectiva, podemos afirmar que no existe capacidad de creación individual en la medida que todo razonamiento o emoción es resultado de un contexto natural y humano individual y comunal. El hombre no es mas que la suma enriquecida de los otros, es decir, el hombre es un ser comunal este donde este.

Su plenitud tal vez la encuentre de manera integral en la comunidad natural, no tanto en la comunidad urbana. El ser individual no existe lo que existe es su circunstancia, su contexto, el medio que lo determina. Lo que existe es lo comunal, los comunal fragmentado social o individualmente, pero comunal a fin de cuentas.

Desde esta perspectiva, la comunalidad es el concepto necesario para explicar sencillamente al hombre en su actuar. Lo comunal se manifiesta en forma y contenido en la vida comunitaria, modelo asociativo que sobrevive y se reproduce en la regiones apartadas, olvidadas, y que gracias a ello, se han cuidado para en la actualidad ser veneros de oxigeno, captura de carbono, biodiversidad alimentaría, forestal, medicinal. Reservorios que generan comportamientos de normas asociativas y que representan un modelo distinto de pensamiento. Su cercanía a la naturaleza les inyecta otro ritmo, que el ser urbano no alcanza a comprender y etiqueta como el “buen salvaje” susceptible de ser apoyado, auxiliado, en su “obligado desarrollo en el combate contra su pobreza”, es Comunalidad agredida con banderas de libertad, de individualidad, de democracia. Dicho de otra manera, una comunalidad territorialmente entendida es agredida por una comunalidad individualizada y florecida en espacios urbanos.

Resulta refrescante concluir que el ser humano es eminentemente comunal, que no se logra explicar, mas que como discurso que enfrenta el poder homólatra, digamos, otro partido, otro estado, otra etnia, en lucha siempre de humano a humano, encima de un plano natural que se percibe secundario, sin embargo, dada la complicación o complejidad que ha generado el pensamiento egocéntrico y homólatra, el ser comunal encuentra espacios propicios fuera de la ciudad, lugares donde la naturaleza es la referencia inmediata, esta misma razón y situación permite que florezca con mayor facilidad una ética planetaria, la concepción de la llamada ciudadanía terrenal o la de una comunidad de destino.

Partir de la comunalidad como concepto totalizador, nos permite obtener una definición mas sencilla del hombre y su devenir, para plantear las estrategias y políticas que le garanticen mas vida al planeta, y por lo mismo a nuestras posteriores generaciones. Comunalidad significa sentido común lo que hacemos de manera reciproca, de manera cotidiana, que se integra en el desarrollo del conocimiento que resulta necesario para la sobre vivencia. Partir del concepto comunalidad, no significa entender un estado armónico estático y eterno, por lo contrario, descubrir las contradicciones que encierran cada acto y cada percepción del movimiento en su contexto. Lo que existe tiene que definirse por lo que no existe, como tal se vive la contradicción, el orden y el desorden en todos los seres vivos. Hay vida por que hay muerte, lo uno esta por el otro. En esta medida, en lo comunal también hay pasado y futuro aunque siempre vivamos el presente. Las contradicciones son la fuente del movimiento eterno.

TIEMPOS Y ESPACIOS

La comunalidad se da en tiempos y espacios. No es lo mismo una comunalidad producida en la ciudad que una en el campo. La ciudad, es reproductora de comunalidades individualizadas, de seres comunales que escogen individualmente su comunidad y esta se concreta a partir de una visión básicamente homólatra, es decir integra su comunidad con los individuos que selecciona, se relaciona, trabaja, y se distrae. La comunalidad en el campo, es resultado de una relación directa con la tierra, la que le da identidad y le asigna responsabilidades, como derechos y obligaciones que el colectivo ser dicta así misma. Es aquí, donde la comunalidad tiene un territorio que le sustenta y reproduce.

La comunidad es el espacio, pero en la ciudad esta se integra de individuos y en el campo de individuos y de naturaleza. En la ciudad puede hablarse de comunidad universitaria de comunidad Israelita, etc. pero en el campo todo se refiere a territorio.

El espacio como el contexto define el grado de homolatría o de naturalatría que se exprese. Con este razonamiento podemos afirmar que en la ciudad prolifera la comunidad humana y en el campo la comunidad natural. Cuando se habla de comunidades indígenas, a la comunidad se le da un apellido de carácter cultural, que le identifica de otras comunidades naturales. Pero el pensamiento que emana de comunidades naturales, son específicamente de mayor significación naturólatra, sea esta indígena o no. Es su relación con el entorno, o con su contexto lo que le dará su identidad real.

Es cierto que las comunidades indígenas nos muestran mayor plenitud naturólatra, una cosmovisión más integrada a la naturaleza, pero no es porque sean indígenas, sino porque son sociedades que tienen una relación integra a la naturaleza.

Los tiempos que vive una sociedad homólatra, obviamente responde a necesidades creadas por el hombre mismo. Se utiliza el reloj para cumplir tareas pactadas y determinadas por los seres humanos, por lo contrario, en el campo, es la naturaleza quien marca el tiempo, y esta marcación esta sellada por el ritmo del universo. He aquí el gran secreto de la diferencia entere las dos formas de pensar, la que deviene del diseño del hombre y la que se deriva del diseño natural.


ESTRATEGIAS BÁSICAS PARA LA SOBREVIVENCIA.

Pensar en la sobrevivencia es entender el transcurrir de la vida, entre el nacer y el morir, dicho de otra manera es realizar un presente que tiene orígenes y futuro. Si todo se explica en fusión de su contrario podemos afirmar que el hombre vive gracias a la muerte y viceversa, ambas son parte del todo que se complementa, que se explica en su unidad. La comunalidad por su parte se puede entender en función de la individualidad pero esto no quita que cada ser humano porte en su cerebro una comunidad de ideas y referencias que les están determinados. Es decir, en cada individuo las contradicciones explican una totalidad y como tal en su mente estas naveguen según cantidad y calidad los estímulos que le fermentan el conocimiento.

Pero de lo que se trata, una ves entendida la comunalidad que llevamos dentro, y que define nuestro existir, es entender que lo que resulta adecuado ante la convivencia de dos modelos de aprensión de conocimiento, nos permitamos descubrir lo conveniente para conservar nuestra forma de vida en tiempo y espacio, es decir, necesitamos diseñar estrategias precisas para recomponer el todo y a su ves analizar reconociendo las partes.
Si hemos tomado conciencia de la ciudadanía territorial, debemos integrar el todo a partir de sus dimensiones y de sus aprecios en ambos contextos. El desarrollo puede exponerse desde los dos modelos de percepción y realización del conocimiento. El desarrollo pensado desde un homólatra con poder organizativo, financiero, militar y técnico, impone su visión a otro hombre sometiéndolo dominándolo; dirige enseña y orienta. El desarrollo siempre ha sido la imposición de religiones terrenales y celestiales que se ejecutan en otros planos religiosos, quizás naturales.

Aunque puede haber dominación sin la imposición de un modelo de pensamiento, como se ha visto en regiones orientales y americanas, la lógica cuantificable o cuantitativa de occidente le ha llevado a imponer su pensamiento y el hurto de recursos. Dicho de otra manera, el desarrollo del mercado que es significativamente homólatra tanto en su formula de estado como en su religión, lleva en si un carácter arrasador, exterminador en unos mas que otros. Veáse la diferencia entre el colonialismo ingles y por el otro, el español.

La religión del desarrollo cambia constantemente de tácticas, de métodos, de parafernalia, pero en esencia sigue siendo la imposición de pensamiento y la explotación de recursos.

El desarrollo siempre a sido imposición e ignorancia, el cristianismo por ejemplo afirmó que los habitantes de América no tenían alma, a si el desarrollista piensa que la gente en la montaña no sabe nada, que esta pobre y que esta marginado, como consecuencia se impone la fe de educarlo, sacarlo de la pobreza e integrarlo a una dinámica económica mas amplia. Esto se realiza incluso aceptando su potencial organizativo cultural. Primero lo hace con la fuerza de las armas, luego con la religión, mas tarde con la educación, incorporándolo a la republica con métodos “participativos”, con perspectiva de género, trabajando y observando su potencial comunitaria micro regional, regional, cultural, etc. Con la misma tendencia pero con discursos mas elaborados aparecen las ONG´s quienes aparecen en escena como los nuevos Mesías y terminan de interlocutores en comunidades que por si misma planean su desarrollo desde antes de oír la palabra planificación. Lo que se afirma no significa que todos pretendan los mismos resultados, incluso podríamos pensar que algunos ni siquiera toman conciencia de estar perdidos en el laberinto de la homolatría, o que sean cruzados del arrepentimiento por el grave daño que le causan al planeta con su manera de pensar.

El pensamiento homólatra, diseña religiones de salvación terrenal, ahí están los liberales, los anarquistas, los marxistas, los ecologistas, los capitalistas, ahora los sustentables, los territoriales los rurales etc... Es importante afirmar que no están equivocados, que saben lo que están haciendo pero es importante descubrir que están presos en su laberinto, que miden que comparan que evalúan que tecnifican. Su pensamiento es coherente, pero en si mismo fragmentado. Su pensamiento desarrolla las partes de manera increíble hay la informática mide y aísla todo, pero asta eso, todo empieza y queda fuera de su control precisamente por que existe otro modelo, otra referencia, otro paradigma que lo desnuda como fragmento, como prosa, como rutinario, como herramienta y esta otra forma de pensar es la que emana, brota, surge desde el reconocimiento de la naturaleza.

Pensar en el desarrollo desde la naturaleza, exige el diseño de nuevas categorías, tiempos, métodos, programas, políticas, proyectos, pero todo desde la naturaleza. Se que navegamos en el campo de las utopías de la poesía, del romanticismo pero ni modo. Creo que es momento para hacerlo.

A manera de resumen y a partir de lo anterior, podríamos afirmar que tanto el hombre homólatra como el naturólatra tienen un pensar comunal, pero es su contexto el que conforma su percepción e interpretación de la vida. Pero estos contextos generan intereses distintos que entran en una contradicción permanente, trascender esta contradicción permitirá definir una estrategia básica y común para conservar la casa de ambos.

Pondremos a su juicio como inicio cuatro rubros pensados occidentalmente, nos vemos obligados a hacerlo, por vicio, por rutina, o por estructura mental, porque no negamos nuestra contaminación homólatra, estos rubros son: educación, organización, comunicación, y producción.

EDUCACIÓN NATURAL.

Desde que nacemos participamos de un proceso permanente de aprendizaje. El contexto que nos recibe se encarga de ofrecernos todo tipo de estímulos, desde la demostración de afectos hasta la violencia. Vivimos y sentimos necesidades, hambre, frió, calor, y lo fundamental para la vida: el oxigeno. El primer aliento de vida, elemento que produce la naturaleza. De ahí en adelante el contexto conduce nuestra formación. El distinguir ordenadamente todos los implementos que nos sirven para compartir la vida la aprendemos; de los primeros maestros, aquellos que están cerca de nosotros. Pueden ser animales, plantas, hombres, mujeres en fin todo se convierte en mecánica de aprensión lo que va fermentando nuestro carácter, la personalidad, la forma y contenido de nuestro pensamiento que esta en un constante movimiento. Entendido todo esto creemos que una primera afirmación, es que la educación la de el contexto inmediato, que es la integración y resultado de una multiplicidad de interacciones sociales y culturales.

Pensar una educación desde la naturaleza implica que esto sea solo distintivo del contexto, que se viva rodeado de sus contribuyentes, aunque en este momento histórico, podemos identificar que se padece de una suma de conocimientos que no son decididos por la naturaleza, es decir que no brotan, del contexto propio, si no de contextos ajenos y que nos son impuestos.

Aprender el contexto, implica aprender haciendo, es decir ser haciendo lo que significa, la observación mediante la acción. Este principio ya ha sido reconocido por la “comunidad científica”, como tal nos resulta necearía argumentarla mas, sin embargo, una percepción desde la naturaleza, nos dice que esto es una gran obviedad, que el razonamiento fragmentario, cuantitativo, ha complicado, ha complejizado hasta el cansancio.

La educación desde la naturaleza, nos exige lógicamente vivirla y aprenderla, para de ella extraer, la sofisticación que encierra lo multidimencional y lo diverso de su existencia. La naturaleza fija, sus tiempos, siempre en constante cambio, sus humores, sus enojos y todo va llevando a nuestras células cerebrales que empiezan a medir su aprendizaje, con el tiempo de la naturaleza.

Los valores de la naturaleza se van convirtiendo en garantía para la sobrevivencia. Cada producto obtenido del trabajo, va ubicándose en un ritmo de consumo que es diseñado en ese contexto, desde esos mismos valores. Lo que importa es sobrevivir y compartir la vida con quienes nos están educando. De ahí que el aprendizaje no tenga un sitio especifico para recibirse o realizarse, está en todo ámbito. Sin embargo, la competencia también al convertirse en valor, promueve la reunión, el aprendizaje en conjunto. El intercambio de enseñanzas, va haciendo comunalidad, el sentido común, el quehacer conjunto. Es necesario tener en cuenta que la conjugación de aprendizaje no necesariamente debe identificarse con el claustro educativo. Cuando este se ha dado, se ha respondido a la imposición de enseñanzas, se ve claramente en los monasterios para la inducción religiosa, eso puede darse también en planos habitacionales densos. En otras palabras, los centros urbanos promueven el claustro, esto se vio en los calmecac aztecas. Ya en el periodo colonial se ve con mayor nitidez el interés por el adoctrinamiento “del que sabe” al “que no sabe”. Del colonizador al colonizado, del bautizado al salvaje si alma. Los espacios de intercambio de conocimientos, no necesariamente requieren de instalaciones, puede ser en cualquier lugar, en donde la esencia sea el conocimiento intercambiado.

Todo esto puede sonar a poesía, mas si observamos que la educación nacional parte de las instalaciones, de los mesa bancos, del pizarrón, del libro, del que enseña; el maestro y el que es enseñado; el alumnado. El maestro es uno, muchos los alumnos. Empieza el desequilibrio, aparece el poder de información y la formación que se impone. Primero el jardín de niños, luego primaria, y así hasta la universidad y el postgrado. Todo cronometrado y calificado con números de preferencia del 0 al 10. Todo cuantificado, a mas escuelas menos ignorantes, pero quien decide lo que ha de saberse de la naturaleza, es el hombre, el gobierno, la nación que impone sus intereses. Es aquí donde se demuestra el abandono de la naturaleza por el hombre, deja de entenderse la naturaleza al alejarse de sus ritmos, de sus necesidades, de sus apremios, y se convierte en la realización del hombre por y con el hombre.

Con esto, no se busca negar la importancia de los aportes teóricos de la homolatría, principalmente de aquellos bancos de información que enriquecen el conocimiento aprendido desde la naturaleza. Tampoco se niega la necesidad de aprender a leer y escribir, matemáticas, física y química, apoyados de asesores, pero no olvidamos que a pesar de los siglos o milenios de haberse inventado la lectoescritura sigue siendo de interés de una elite. Esto sucede en todo el mundo no hay que olvidarlo, por ello, que la oralidad y la imagen siguen siendo la comunicación real que se da en la diversidad de sociedades que habitan el planeta, la lectoescritura fue una imposición colonial, es cierto, nos abre a otros conocimientos, pero empobrece el desarrollo mismo de la experiencia al individualizarse como técnica de comunicación.

Educar desde la naturaleza, implica reconocer en principió, la región y subrayamos, entendemos como región una delimitación propuesta por la propia naturaleza. No aquello delimitado por viciosos homólatras, que mas bien responden a pugnas de orden político administrativo que exija el estado nación homólatramente designado. Las Regiones desde la naturaleza trascienden diversidades culturales, principalmente lingüísticas. En una región, pueden coexistir varios pueblos con tradiciones distintas, pero es la naturaleza quien decide, lo necesario, lo organizativo, sus intercambios, sus afinidades políticas, sus mecanismos de intercambio. Por todo esto y más; es que la región debe trascender el concepto central de la homolatría la medición, la propiedad llámese como se llame y convertir estas ultima en responsabilidad. Es decir se trasciende en el concepto propiedad, cuando se comprende la responsabilidad de su cuidado, de su tratamiento, de su conservación, de su dinámica. Es esto lo que significa partir de la naturalaza para aprender procesos educativos entendidos con el sentido común, el de la aproximación obvia al contexto inmediato.

Esto no será lo mismo en los densos centros urbanos, donde la primera referencia es el hombre y no la naturaleza. Es necesario pensar en lo primero que se aprende en el campo y en la ciudad. En el primero la naturaleza en el segundo la gente. Si esto no es así, entonces quizás no estoy en este mundo.

Partir de la región natural es conocer las necesidades, las propias y las que nos imponen por todos los medios, que bien puede ser la variedad de presentaciones de un producto mercantil, hasta el gusto por el hombre o la mujer blanca, lo que se nos convierte también en una necesidad que deteriora los valores propios de la naturaleza, que determinan el color de nuestra piel.

La naturaleza educa, tratándola, observándola, transformándola, y transformándose uno con ella. Este razonamiento nos llevaba a entender que todo valor educativo, es acción, trabajo, movimiento. No es acumulación. Todo “trabajo es” compartencia, convivencia, dar para recibir, aprender para educar obedecer para mandar sentir para comprender. Cultivar todo proceso de trabajo es a su ves un acción de investigación, y por lo mismo educación. El sentido común florece y se reproduce entre todos, se percibe por todos los poros, no se inyecta, por lo mismo no se impone. No se educa para eliminar la ignorancia, ignorando la educación común.

TODO SE HACE ORGANIZADAMENTE

Cuando el contexto te nutre de estímulos, provoca arreglos en la mente, por lo mismo cualquier acción es un arreglo mental, un organizar de percepciones, de datos, y de acciones, el hombre mismo en su actuar ejecuta un resultado organizado, y esta también esta regulada por la naturaleza que nos rodea. Si la referencia es el hombre nuestros estímulos se arreglaran de esa manera, si es naturaleza por lo consiguiente; emanara su influencia en ritmo color y olor.

La realización de cualquier labor requerirá de un mínimo organizativo. El nacimiento mismo requiere un mínimo de actores, al extenderse la actividad humana, resulta lógica la agregación de familias, de una organización mínima en el trabajo, en la toma de decisiones. De ahí, que por sentido común la comunalidad vaya surgiendo como el resultado de una mínima organización social.

La firmeza de una organización social, se explica a partir de necesidades comunes y concretas. La geografía exige resolver necesidades y esta misma, te ofrece, a través de la investigación; los métodos para tratarla. La organización comunitaria como tal es el resultado del contexto natural que hace emerger a una familia y a una comunidad.

La naturaleza también caracterizara los procesos de trabajo que se requieren para la reproducción del ser humano. Esto nos lleva a afirmar que la organización social es un resultado natural, y que a través de el, se obtienen los elementos, los acuerdos, las decisiones, las normas, los valores, la ética, el estado, las religiones que resulten necesarias y dependientes de la naturaleza que nos abrigue. Con todo esto, la comunalidad se convierte en conducta que no es una simple suma sino la multiplicación de valores generados de la indisoluble relación entre hombre y naturaleza.

Con todo lo anterior, se explica la organización naturólatra pero, también la homólatra tiene su propio horizonte organizativo, es decir si se tiene al hombre como referencia y contexto, la recepción partirá mas del discurso, la doctrina, del convencimiento, el dialogo, el poder, la competencia, para así conformar una organización definida por relaciones humanas que trascienden el aislamiento, y construyen Estados, Republicas, polis, imperios, etc. etc. todo basado en la reflexión de lo que cada persona ha seleccionado y se expresa en su actitud. La organización se deriva del hombre, por lo mismo su diseño lo hace pensando en el, no así cuando se depende de la naturaleza. Si bien es cierto, que desde ambas perspectivas la organización es humana y como tal es social, el carácter, la definición la da la referencia inmediata y del contexto que envuelve a cada núcleo social. Las creencias, los valores, los mitos, dependerán de esas referencias por lo mismo la organización será estrictamente humana, y responderá a esa visión.

El homólatra cuando pretende el desarrollo de otra sociedad, cree que una comunidad no esta organizada, incluso cuando la estudia tiende de manera inmediata a separar a la autoridad de la población. Es decir separa según el contexto del que proviene; Estado y sociedad. No toma en cuenta la determinación, la ingerencia, la educación que fundamenta los valores que amarran la organización y la representación que ésta diseña, mucho menos certifica los ritos que visten la Asunción de la representatividad. Imagina a la autoridad, institución, estructura fuera de la dinámica comunalitaria y al separarla le define oficio, contradicción, poder, etc. y concluye que en esa comunidad no hay organización y por lo tanto hay que fomentarla.

Es así como aparecen los Mesías, los interlocutores, los políticos, que llevan organización a los que imaginan desorganizados. Los homólatras portan la bandera de la democracia, de la revolución, del cambio, del desarrollo, de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad, de la solidaridad, sin ver que hay comunalicracia que por la complejidad de su pensamiento homólatra, terminan nombrado “usos y costumbres” sin ver la sabiduría que porta la representación comunitaria, sin entender el trabajo y la responsabilidad que esto implica. Sin comprender el murmullo asambleario de calidad, para imponer el numero de dedos levantados que se pueden cuantificar e interpretar como calidad de participación.

El homólatra, por el contexto del que proviene esta desprovisto de herramientas para entender lo que sucede, los que mas se acercan a ello le denominan complejidad perdiendo con ello el sentido común. Es cierto que desde dentro, la visión cuantitativa, que ha adquirido poder con el transcurrir del tiempo, (con los maestros principalmente que fueron formados en el claustro formal occidental), inicia esa concepción ajena que deteriora la participación natural, naturólatra de calidad, la que no mide ni separa, si no que une y totaliza. Resultado de este proceso son las cooperativas, los grupos de crédito, las asociaciones civiles, las unidades de producción, las cajas de ahorro popular, las sociedades de solidaridad, etc. etc. La homolatría rompe con la naturolatría, pero se queda y es así como en la actualidad encontramos conviviendo ambas visiones, compartiendo el tiempo y el espacio.

Las mayores aberraciones de la homolatría se manifiestan en los partidos y en los credos religiosos, ya sea en la comunidad natural o en la ciudad artificial. Aunque debemos reconocer que en ambos contextos se tiende a religiocisar el pensamiento que emerge.

EL CHISME SOMOS TODOS.

La forma de llegar a acuerdos, de pulsar la reciprocidad en ideas y acciones esta concentrada en la comunicación oral y de imagen en lo general la comunicación es un lenguaje propio lo que incorpora lo que se adquiere de afuera puede ser otro idioma, que se impone o variantes lingüísticas que se añaden a un vocabulario básico que es interno. Los valores, la memoria, las normas, adquieren profundidad a través del lenguaje por ello mismo, al analizar los códigos internos se puede apreciar la influencia del contexto de referencia. En las imágenes expuestas en el lenguaje, en el nombre de las cosas, en el nombre de las comunidades básicas puede distinguirse si se parte de la naturaleza o se parte del hombre. En México es fácil entender la imposición de la visión homólatra pero también la resistencia de la naturolatría, la mayoría de asentamientos humanos tienen el nombre de un santo, de un héroe, de una persona y en segundo termino un nombre que revela la naturaleza. Un ejemplo santa cruz yaga Vila, santa lucia del camino etc.

Obviamente esto revela la existencia de dos visiones o comprensiones del entorno. Evidencia un resultado colonial pero también la fortaleza de ambas visiones. La comunicación que se hace necesaria para comunicarse desde la naturaleza, exige en principio el reconocimiento de lo propio, del entorno, traducirlo a códigos de inmediata inteligibilidad, lo cual no supone una labor docente ni separada de lo común, por lo contrario debe orientarse a la reproducción de un lenguaje que surge de la sociedad misma, lo que evidencia valores, normas, técnicas que tienen un origen y una razón de ser. Los conceptos que la gente elabora de la comunalidad tienen una explicación, denotan procesos específicos de reflexión, de intercambios.

Con base en esto consideramos importante reproducir lo realmente existente. Sea el instrumento de comunicación que se ensaye (radio televisión, impresos etcétera), los códigos de lenguaje, son propios, tienen estructura y son idiomas completos que solo exigen respeto y responsabilidad en su tratamiento.

Desde esta perspectiva la noción de comunalidad, puede estar o está contenida en la sola expresión plural del nosotros, esto significa asumir una identidad comunalitaria través de conceptos que no precisamente esté expresados en códigos lingüísticos ajenos o externos como el español, el inglés o el francés.

En otros idiomas de amplia cobertura mundial, el concepto comunalidad no suele ser muy usual. Cabe entonces preguntarnos, cual es el contexto de pensamiento que muestra el yo, con atributo lógico del razonamiento propio. El ego el yo, sí es muy usual en el griego, el latín, el anglosajón, pero el nosotros no parece muy practicado. Esto quizá represente un buen nudo de reflexión que debe ser desatado a futuro.

De lo que si estamos convencidos, es de la trascendencia habitual de la oralidad y la imagen como instrumentos primarios en la comunicación de las sociedades naturales u originarias, y que en la actualidad son modernamente reutilizadas a través de la radio y la televisión en públicos mayoritarios en todo el mundo.

¿PARA QUE TRABAJAMOS?

El hombre necesita sobrevivir y esto lo logra en el planeta del que forma parte o pertenece. Así sea una persona formada en la naturolatría o bien en la homolatría. De cualquier contexto, su alimento lo obtendrá del producto del trabajo a través del aprovechamiento de la naturaleza. Sin embargo los procesos que se dan siguen lógicas y principios diferenciados.

Cuando la producción se diseña desde el hombre, esta de inmediato responde a criterios de cuantificación, se busca la rentabilidad, con el mercado de los productos, se busca mayor producción con menor tiempo de trabajo, por lo mismo se trata a la naturaleza principalmente a la tierra como una cosa, una alcancía, un número, una medida a través de la propiedad, a través de la valorización del trabajo convertido también en mercancía.

Los más recientes proyectos o programas dirigidos al campo productivo, ven en la cuantificación del valor del trabajo la formula para la salvación del valor terrenal través de la justicia, y la democracia, y la equidad. Valores homólatras que dan sentido y acrecientan la valoración de capitales que en la actualidad hegemonizadamente llevan ese apellido: capitalismo, liberalismo, marxismo, que son caras de una sola moneda; la homolatría cuantitativa.

Por su parte, la naturaleza genera procesos naturales de una economía de sobrevivencia. Se ve y se deposita en el respeto profundo de la naturaleza, se mide con tiempos y espacios de la geografía, que le determina un proceso que no es acumulación para el mercado, sino de consumo para el intercambio. Se subsanan las necesidades no obtenidas en la producción directa a través de la reciprocidad y el intercambio. La economía naturólatra, al no ser acumulativa y lineal, es distributiva y circular, cerrada o en espiral, según sea el proceso productivo.

El consumo personifica a cada modelo de pensamiento. El homólatra depende del mercado y por lo mismo de la valoración en capital (monedas) su trabajo. Es decir, para consumir requiere de dinero, y para tener dinero comercializa su energía. Por lo contrario el naturólatra consume lo que produce y sus excedentes los intercambia para consumir lo que necesita y no produce, es decir consume su propia energía.

El consumo mercantil es ilimitado, reproduce la producción de mercado y en el incluye su fuerza de trabajo, hace interminable o insaciable su sed de consumo, mientras que el otro polo, la satisfacción se logra en el goce pleno y comunal de lo producido. El goce o la fiesta, responde también a los tiempos de la naturaleza. Para explicar esto, basta con señalar la coincidencia de determinadas fiestas populares con los ciclos agrícolas.

En la actualidad, liberales y neoliberales, quienes encuentran en la liberación del mercado su realización homólatra, tienen en el centro de su doctrina a la fuente de empleo, a la industrialización, a la privatización, a la explotación de hidrocarburos, etc. sobra decir que todo lo natural, lo comunal, el consenso, la representación, representan un obstáculo para la implementación de sus principios. Ven en la tecnología la herramienta que les asegura el ascenso, y para ello, la homogenización, es decir en el desconocimiento de la diversidad, encuentran la estrategia más rentable. Por ello también la tendencia a la fragmentación, a la separación, al aislamiento, porque se fundamentan en la individualidad, y como tal, todo rasgo Comunal o Comunalitario representa para ellos un estorbo.

La pobreza es un criterio numérico que al asumirse, se convierte en estado de ánimo. Luchan en contra de la pobreza, pero para ver más consumidores de sus mercados, tanto de productos como de capital. Crear fuentes de empleo, como crear sujetos de crédito, son expresiones de una misma orientación. Mientras más servicios de salud existen, se puede garantizar mayor consumo de medicamentos elaborados con criterios mercantiles, mientras más concentrada enclaustrada esté la educación habrá mayor consumo de productos diseñados para ello, en la alimentación, en la vivienda, en la vestimenta, en la papelería, etc. etc. no podemos negar que los grandes mercados sean el antecedente de las grandes ciudades, pero no es el mercado o centro de intercambio el problema, sino los vicios que se derivan de la concentración social, que desemboca en la concentración económica, política y administrativa, y sobre todo de humanos.

Cantidad por una parte y calidad por la otra, parecieran ser los signos distintivos de la producción que se deriva de los dos modelos de pensamiento que estamos analizando. Luego entonces, resulta lógica la afirmación de que el pensamiento occidental, fragmentario y mercantil, tenga por esencia a la medida. Y por el otro, el pensamiento no occidental y natural tenga como centro, la totalidad. Sin embargo, debemos reconocer que en la realidad, ambos modelos de pensamiento están reciamente imbricados, revueltos, entrelazados y la imagen de cada región responde a la fuerza que opere con más fuerza, de uno u otro lado. Con ello el planeta expone un variadísimo espectro de realidades. Lo importante es entender cual de las dos tendencias o modelos, permita conservar con mayor seguridad, la salud de todo el planeta.

DESARROLLO O EJERCICIO COMUNALITARIO.

El modelo de pensamiento homólatra, que como ya se ha dicho, es acumulativo, lineal y de asenso, ha encontrado en el concepto: Desarrollo, la fácil manera de representar sus intereses. La utilización de este concepto se hace más pesada, en tanto que es utilizado para dibujar el crecimiento o desenvolvimiento de un organismo humano o natural. El hombre crece para adelante o para arriba, la tierra no crece en cantidad pero si en productividad. Es por esto que el desarrollo se utiliza para grafiar todo lo que sucede, lo que se da, lo que es medible, lo que va creciendo, hacia la vida o hacia la muerte.

La enfermedad también se desarrolla, en fin, todo lo que está en movimiento está en desarrollo. Con todo esto hablamos de desarrollo económico, desarrollo humano, desarrollo político, desarrollo sostenible, desarrollo sustentable, desarrollo territorial, desarrollo vivencial. Desde esta perspectiva, lo que no mida, lo que no evolucione, no es desarrollo, o bien se le achaca de antidesarrollo, se habla incluso del subdesarrollo del desarrollo, pareciera insaciable el uso del concepto y encierra en sí un laberinto sin salida.

Nosotros creemos que todo desarrollo es movimiento, acción, pero no todo movimiento es desarrollo. Es por ello, que preferiremos utilizar el concepto de ejercicio, para dibujar la trascendencia del movimiento. Una acción puede ir para delante o para atrás, para abajo o para arriba, y no es solamente lineal, puede ser circular, romboide, cuadrado, etc. no es acumulacional, simplemente es vivencial. De ahí, que a la vida interpretada desde la naturaleza la expongamos como un ejercicio vivencial, ejercicio educativo, ejercicio comunicacional, productivo, etc. es decir, la puesta en acción de todo ser vivo que se manifiesta a través del ejercicio.

Por otra parte, mucho se habla recientemente de los modelos de apoyo al ejercicio de áreas empobrecidas, de lo que significa la responsabilidad social empresarial. Vista esta, desde una perspectiva económica de rentabilidad, resulta lógico que su preocupación se oriente a que las acciones, que estos programas denominan de desarrollo, se finquen en la tsocial, vista esta desde el umbral o su necesidad de sembrar en las sociedades locales la lógica de la empresa, de la inversión, de la conquista pero con responsabilidad social.

La responsabilidad social vista desde la naturaleza no se observa como un objetivo, como meta o como método. Es una actitud natural que se tiene, ya que cada acción responde a una necesidad comunal, social. Es decir, la responsabilidad no es vista como una acción razonada para la consecución del bien que guía a la acción y de esa manera es tratada la naturaleza, la relación social, el proceso productivo, y se adquiere en la educación, se ejecuta a través de la organización, se difunde y se asume por medio de la comunicación y se materializa en cada acción productiva para la sobrevivencia.

DE VUELTA AL SENTIDO COMÚN.

Cuando se ejercita cualquier acción con la naturaleza, por sentido común se hace con responsabilidad social. Cuando se emprende un proceso productivo se parte de la necesidad de sobrevivir, por lo mismo se piensa, por sentido común, no afectar la tierra pródiga que nos garantiza el cobijo y el sustento. Por sentido común, educamos en la necesidad de ejercitar la vida y lo hacemos con los elementos que nos ofrece nuestro contexto. La exploración de aditamentos que no nacen en el entorno propio, complican la realidad que realizamos, complejizando así el ejercicio del pensamiento.

Volver al sentido común, es como lo decía un viejo maestro ya fallecido, “para qué buscarle tres pies al gato sabiendo que tiene dos” o bien como lo dijo un poeta laureado, ¿porqué insistimos en la individualidad a sabiendas que “el yo es plural”.

Para qué elaborar manuales para el estudio pedagógico de la complejidad, si la sencillez simplemente nos invita a revisar con honestidad el contexto que nos forma, el mundo en el que se inscribe ese contexto y las partes que lo integran. La incertidumbre al fin y al cabo está en todo, en lo que se sabe y en lo que se ignora, en lo que se tienes y no se tiene, en lo que se hace y no se hace, en lo que se piensa y en lo que no se piensa, en la oportunidad y en el riesgo, en la verdad de la vida y en la verdad de la muerte, en la totalidad y en las partes.

La incertidumbre viaja con nosotros. Es principio de movimiento, de ejercicio y de aventura y la respuesta nueva que encontramos, será exposición diversa del contexto del que provenimos.

Por todo esto, iniciamos el regreso al sentido común.

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