Wednesday, September 20, 2006

TEXTOS Y PALABRAS DE JAIME MARTÍNEZ
Atropólogo Serrano
CAMPO A.C.



DE JUAREZ A GARCIA

De la individualidad a la comunalidad
De la democracia a la comunalicracia.
Oaxaca 2006


INTRODUCCION

Los que llegan a Guelatao de Juárez siempre preguntan por los descendientes de Benito Juárez, que donde están los bisnietos, los tataranietos, en fin toda la ralea familiar, a cuya existencia nos han acostumbrado. Y resulta que los Juárez prácticamente desaparecieron, hay uno que otro por ahí, son poquitos los que pueden ostentar ese apellido. Pero resulta que más de la mitad de la población lleva el apellido García, entonces yo me pregunto, ¿como está la cuestión? Si los seres humanos provenimos biológica y físicamente de la madre, ¿porque su apellido está en segundo término? ¿Por qué no preguntan por los García?

Aquí empezaron mis problemas, pues recordé que desde la primaria el maestro me decía; “pienso, luego existo”, y ahora me contesto, para existir necesito pensar, luego entonces, si al pensar me doy cuenta de que provengo de la madre, y por ella existo, determino en primer lugar que mi maestro estaba equivocado y el razonamiento debe ser al revés “existo, luego pienso”, y en segundo, considero que primero debe estar la madre y luego lo demás, ¿o no es así?

Pero el problema no queda ahí, pues resulta que Benito Juárez García, mi paisano, fue un defensor férreo de los derechos individuales, y con ello impulsó el liberalismo como un verdadero dogma del pensamiento. Pero resulta que nació en una comunidad natural, en donde el pensamiento es Comunal dependiente de la naturaleza y de los seres que la habitan. Aquí aparece mi segunda preocupación, que también me lleva a otra, en México, con el liberalismo se funda la democracia, y resulta que en la comunidad que ve nacer a Benito no existe la democracia, sino un modelo de calidad que es la comunalicracia. ¿Qué pasa entonces?

Dado que mi percepción de la vida pareciera estar hecha bolas, aprovechando la invitación de esta editorial, decidí escribir este modesto trabajo en primera instancia, para tratar de aclarar mis dudas, y en segunda para contribuir al pensamiento actual, espero que el resultado no sea hacerlos bolas a ustedes también.


DE JUÁREZ A GARCÍA

Nuestro personaje lleva el nombre de Benito Juárez García. Nos hemos conformado para su identificación con el simple Benito Juárez. Perdemos, olvidamos, reprimimos el García. En nuestra mente se manifiesta lo paterno, olvidamos lo materno, el origen, la naturaleza. La sociedad patriarcal nos engulle, nos traga y no percibimos el hecho. Nos hemos acostumbrado a él, sin embargo reflejamos con nuestro olvido algo central en nuestra interpretación de la vida, reafirmamos el Benito y al individuo, subrayamos el patriarcal Juárez y con ello nos desligamos del germen o la vasija que nos trae a la vida; a la mujer, a la madre. Puede sonar esto aun simple romanceo, pero resulta trágico porque nuestra interpretación hereda el patrimonio cartesiano, anteponemos al individuo en todo y dejamos que la naturaleza madre se convierta en una perceptible clandestinidad.
A Juárez se hizo responsable de que el registro de nacimientos fuera una responsabilidad del estado, que la iglesia no siguiera asumiendo esta actividad. Con su ejemplo reafirmo el patriarcado heredado, registro a sus hijos con una mecánica que no puso a discusión, con ello reafirmo una forma de pensamiento. Estas ideas estaban contenidas ya en el conocimiento y percepción de la naturaleza que impusieron los colonizadores, y que de manera brillante y más aguda se plasmo a partir de la revolución francesa. Los derechos fundamentales del hombre fueron eso; del hombre, y Juárez no miro este pequeñito pero gigantesco hilo conductor del pensamiento, que en la actualidad sella nuestra conciencia, la que no da marcha atrás ni siquiera con el avance científico que explica el origen y el ejercicio de la vida.

Juárez sintetizo con maestría dos contextos opuestos. Nace y se forma en un mundo comunal y ejercita sus capacidades en un mundo individual. Nace vinculado en percepción y acción a un espacio agrario de montaña, y emprende el vuelo a un espacio que abstrae al individuo, que lo separa de los demás y de la tierra; la ciudad. El pensamiento clerical dogmático, autoritario, le llena de energía para volar solo, aunque esté con todos, vuela solo. Quizás el individuo que se rebela ante la iglesia, es el cristo que se había rebelado ante el cesar. Como haya sido la cosa la cuestión es que la libertad, la igualdad y la fraternidad maquinaron lo suficiente. Apostado en esta lógica de pensamiento, Juárez deja en segundo plano al García, al origen, a la tierra, al universo, a la mujer y a la madre. La firmeza de sus decisiones espirituales que se manifestaron en su conducta durante toda su vida, las absorbió de un contexto donde la duda o el miedo son inexistentes. En su comunidad mamo lo que se es, lo que se necesita, lo que debe hacerse en cada caso. Un mundo natural palpable, inmutable, en donde el temor sólo se asomaba desde las profundidades de su geografía, de su universo terrenal, de su concepción naturocentrica. Distinto al que le esperaba en la ciudad.

En la ciudad se integra a una familia, proviniendo él de una comunidad, no de la orfandad familiar sino de la integración comunal. Conoce principios éticos distintos y se inscribe en una sociedad claramente estratificada y estamentada, que lo individualiza y le hace sensible y opositor a la orden, al mandato, al dogma, al irreducible porvenir celestial de los humanos. Expresado de otra manera, diríamos que lo engendra una comunidad natural integrada y lo recoge una sociedad atomizada y diferenciadora horizontal y verticalmente. Emerge de una realidad comunalizada y da frutos en una realidad individualizada.

Al enfrentarse a la iglesia, que tenia el control ideológico e invadía el control civil, político y económico, se instaló en una religión de salvación celeste. Desde ahí, Juárez encontró en el individuo, como visión ideológica, la posible creación de una religión de salvación terrestre y hallo esta en el estado de derecho, en una democracia republicana el marco posibilitador de pensamiento que detuviera el ejercicio del poder clerical. Es decir, para enfrentar un poder ideológico se vio en la necesidad de apoyarse en otro modelo ideológico, y este lo encontró en el pensamiento liberal europeo y norteamericano, occidental y cuantitativo por excelencia.

Del individuo a la comunidad

La visión homolatra no surge del capitalismo. Nace en las entrañas de los fenómenos de densidad de población. Las grandes ciudades que se dan en todas las épocas de la historia humana hacen surgir el pensamiento que encuentra en el individuo la definición de la existencia. Obviamente esta situación es coincidente con el mercado, que reúne, que concentra, que articula relaciones sociales, que se expresan y ejercitan un pensamiento que tiene al individuo como centro de reflexión. La naturaleza circundante, casi en todos los casos pasa a segundo plano, a ser herramienta, articulo, mercancía, medio, etc. Pasa a ser un componente, no el centro, el origen, incluso la creación del hombre se le atribuye al hombre mismo. La homolatría se da con los griegos, en la antigua mesopotamia, genera imperios, sistemas estructurales de poder, de organización, incluso se vislumbra desde esos momentos la necesidad de la democracia.

Las polis nacen como formas modernas de planeación ante la concentración de la población. Es también dentro de estos contextos, que surgen las religiones monoteístas, las ligadas y explicadas a través del hombre, se alejan, se abandonan las ligadas a la naturaleza; las politeístas, las que encuentran en la naturaleza la diversidad de deidades que determinan el ejercicio de la vida y su explicación. Con el avance de las religiones monoteístas que surgen en regiones densamente pobladas y desérticas, avanzan también regimenes políticos que se auxilian de las religiones hasta llegar al punto de no lograr su distinción en pensamiento y acción. La lucha de los cristianos contra los protestantes, se da dentro de familias monarcales, de reyes, de príncipes que unen y desunen territorios a su antojo. El gran aporte de la laicidad de Juárez, es hacer distinguir los dos grandes campos religiosos; el celestial y el terrenal. El laicismo libera al individuo del dogma, de la dependencia de lo etéreo, pero reafirma la seguridad de su autosuficiencia. Establece sus derechos fundamentales e incorpora la posibilidad de los Estados-Nación. Derrumba la esencia del colonialismo, fuertemente atada a religiones de salvación celeste, principalmente la cristiana. Los estados laicos liberados de las monarquías, liberan la libertad de pensamiento y éste se da a la tarea de hilvanar su historia pasada a sus nuevas necesidades. Juárez descubre en la democracia una salida adecuada, para la organización de la nueva republica que en México se empieza a delinear con la Constitución de 1857.

La individualidad impuesta en la comunidad natural es inicialmente propuesta por el cristianismo, pero con muy poco impacto ideológico. En estas comunidades, la naturaleza siguió siendo el centro de la interpretación de la vida, la tierra no era mercancía sino espacio para la sobrevivencia. Su uso en pequeñas parcelas fundamenta en el pensamiento de Juárez; la pequeña propiedad. Este es un primer avance para la cosificación de la naturaleza que más tarde se consolida en la visión capitalista. Los liberales fortalecidos de la laicidad poco a poco derrumban la política del miedo de los conservadores, que no encontraban su tablita de salvación más que en la administración monarcal. Esta estrategia sirve eficientemente a los liberales para consolidar la independencia, no sólo de México sino también del pensamiento. Esto visto como un proceso continental que se da en los Estados Unidos del Norte como también en Sudamérica, hacen del individualismo como de la homolatría, la visión explicadora del todo.

Todo se expresa como un proceso ideológico que libera, pero que también atrapa a la naturaleza, a quien hace instrumento y materia prima para desarrollar una tecnología movida con una visión indivudualitaria y con un interés de acumulación. Se da la concentración de la tierra pero ahora en manos liberales, proceso que Juárez no pudo detener a pesar de tener procesos comunólatras, como se vio en el occidente de México con Lozada los Huicholes y Coras. Era razonable, lo comunal como concepción de la vida no se desarrollaba en los ambientes cercanos a Juárez, por lo contrario, el mercado de tierras liberadas de manos clericales, maduraron la concepción de la propiedad privada, e iniciaban el industrial fuertemente atado al control y la manipulación de la naturaleza que ya siglos atrás había empezado con el algodón, la minería, la cochinilla, luego el café y el tabaco.

Muere Juárez en 1872, pero deja su misión liberal y homolatra en un marco jurídico republicano, en una educación fincada en la competencia, en el número, en una vertical definición del poder del conocimiento. Juárez asumió la discriminación racial pero también la del conocimiento, lo que lo motivo a reafirmar con otra visión la existencia del Instituto de Ciencias y Artes, hoy universidad. Cambió la verticalidad del pulpito la del monasterio, del convento, por la verticalidad en la escuela, en el Instituto, en la Universidad, eso si, guardo para ello las cuatro paredes, volvió a encerrar al individuo para que este encontrara en la voz del poder del maestro y en él mismo, la explicación de lo que se debía de hacer. Cabe subrayar, que en este periodo se reproduce la noción colonial del pensamiento “el que llega de fuera sabe más y el de dentro no sabe, tiene que aprender”. Se asimila la ignorancia como naturaleza del humano original, el hombre “sin alma”. El no saber leer y escribir se torna en la calificación del quién sabe y del que debe aprender. Este mecanismo colonial e imperial por excelencia, lleva implícito el interés por la homogeneización, la normalización, y como tal, la ignorancia de la diversidad que se mantenía y se ha mantenido en la profundidad del México actual.

El empeño por acabar con la diversidad, es resultado del carácter impositor de la homolatría, de una forma de razonar europeo y occidental cimentado en la medida, la calificación, la comparación, que desemboca en nuestros días en la masificación, en la globalización de la tecnociencia, de la comunicación, de los mercados, de la acumulación y como tal en la fractura profunda de quienes lo tienen todo y de los que tienen nada.

Con la visión centrada en el individuo se asimila también el modelo de poder impuesto por la colonia. La imagen de emperador se moldea por el republicano y laico presidente, que es arbitrariamente molestado por periodos dictatoriales. El individuo sustentado en la competencia hace al hombre lobo de si mismo, y hasta en esa expresión vulnera la calidad de la especie animal. El individuo “sabe” se junta con “los que saben”, acceden al poder encumbrándose y aplastando a los otros, es esta mecánica la que fundamenta la existencia de partidos, asociaciones que son sumatorias de individualidades cuyos intereses se refrendan en éticas que encuentran en la libertad, la autonomía individual; la reivindicación central. Sustentada en la competencia se diseña la representatividad de la sociedad y es este proceso integrado de elites, de grupos de individuos, los que generan el oficio o la profesionalización de la política, que con Juárez como ejemplo auspician el proceso de un Estado policía a un Estado providencial que se impone la tarea de pensar por la sociedad en su conjunto. Generaliza lo que para si es bienestar, un dogma de modelo que todos deben seguir promoviéndose así lo que ahora es “el desarrollo”, un proceso eternamente acumulativo y lineal. Es decir, el individuo controla al individuo, pero no sólo eso, diseña un modelo productivo que encuentra en la propiedad el artificio para explotar no sólo la fuerza y la energía de los perdedores en la competencia sino, de la naturaleza que esta siendo bulto, que no tiene alma, que no protesta. La propiedad nace con la noción de patriarcado y el poder y la propiedad hacen del individuo, del hombre; el dios, el rey, el presidente, el dictador, el gobernador, el emperador, todo en mayoría absoluta; hombres triunfadores de la guerra, de la competencia, de la acumulación de fuerzas, de riquezas y de recursos. El hombre como centro del universo diseña una concepción de la vida en su beneficio, basado en la medida, en la fuerza bruta, en la imposición no sólo del poder sino también del conocimiento. Ya alguien o muchos escribían en el pasado sobre el origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, resulta profunda la coincidencia con la línea de “desarrollo” de la homolatría del dominio humano del universo, de esa visión unilineal homogénea en donde hasta las razas tienen una medición vertical; razas superiores y razas inferiores, es en todo esto y de manera muy natural que se aprecia muy ingenuamente el trayecto que va de Juárez a García.

Juárez se quedo en el Juárez y todos asimilamos al Benito Juárez, ocultamos en nuestro registro el García, lo materno, lo natural, el origen. El García es el espacio clandestino, el que resiste, que a estado ahí por siempre, que la propia ciencia lo explica con mucha claridad. Es de la dimensión García de donde surge la otra misión; la comunalidad. Es decir la naturaleza que explica la existencia del García ofrece la reflexión de lo que ha estado oculto, de lo que se ha ubicado en un segundo plano, de lo que la individualidad y la libertad han convertido en una cosa, en un medio, en una mercancía.

Los filósofos occidentales recientemente han profundizado la complejidad que encierra el pensamiento individualizado. Aunque revisan de nueva cuenta al individuo y le ofrece elementos básicos para la reforma de su pensamiento, nos permiten descubrir que a fin de cuentas en la autonomía individual no existe mucho menos la libertad. Se demuestra, con una racionalidad muy pulcra, que él hombre es resultado de su contexto y que éste esta determinado por una visión global que se expresa en una realidad multidimensional que promueve intensa incertidumbre. El hombre desarrolla o ejercita el pensamiento según los elementos que determinan su contexto, y con ello encontramos al hombre, en palabras marxistas, como una síntesis de múltiples determinaciones. Estas determinaciones hacen que el yo, el ego, el individuo, la autonomía individual y la libertad carezcan de sentido y sólo se entiendan como la simples interpretaciones o traducciones de la realidad. O sea, el hombre no es él, sino los otros, en su pensar y en su actuar. Nada se hace solo, es su contexto lo que lo explica y lo que lo determina.

Desde este marco, el patrimonio o ideario que hemos heredado de Juárez García, nos permite entender su contexto, su momento, su circunstancia, su situación. De ahí que nos quede claro que dentro un plano homolatra, se entienda la necesidad de trascender una religiosidad celestial económica e ideológicamente colonial, y pasar a una religiosidad terrenal, también en su momento, económica e ideológicamente laica y republicana.
Con todo esto podemos afirmar que cada persona lleva en su cerebro una intensa comunalidad, y es esta comunalidad individualizada la que Juárez porta desde su nacimiento, que absorbe de una comunidad natural rural, culturalmente zapoteca, esencialmente serrana. Una comunalidad natural que cambia de contexto al residir en la ciudad en donde el ámbito le permite ejercitar una comunalidad individual. Es decir, se forma primeramente en un medio en donde la primera referencia natural es el campo, con su ritmo, su color, su calor, que trasforma su percepción en un medio en donde el hombre es el centro de todo.

En la casa donde lo reciben, en la calle cercada de edificios, en el mercado plagado de seres humanos, en la escuela enclaustrada donde encuentra al sabio que dicta la verdad se incorpora y se eleva en la masa de ignorantes que deben aprender, fundamentalmente a leer y escribir, es decir a manejar el instrumento tecnológico de la razón, del conocimiento, de la sabiduría. Se le convenció de su ignorancia traída de su comunidad natural, de su tío Marcelino. Lo entiende, comprende y lo asimila en la ciudad teniendo como asesor a Don Antonio Salanueva. La ética, la moral que le circunda hace que su comunalidad individual se convierta en una nueva religiosidad laica que convierte en dogma, el estado de derecho, la republica, la democracia. Dogmas de explicación y necesidad terrenal, que comprende deben practicar todos en la búsqueda de la libertad, igualdad y fraternidad. Decide ser misionero liberal de su nueva iglesia y diseña el bienestar de su sociedad a la manera que mandaban sus nuevos códigos, sus nuevos rituales, su nueva estructura. Ya como sacerdote laico emprende el camino de la competencia, primero como Regidor, luego Diputado, Juez hasta Gobernador. Escala los peldaños necesarios para ascender en la pirámide del poder que le otorga su nuevo monasterio o convento; El Instituto de Ciencias y Artes.

Lo más cruel en ese proceso de integración al ejercicio de una comunalidad individual, fue el ejercitar su claustro como obligación para toda la sociedad mexicana. Siendo gobernador atiende a Oaxaca asumiendo una ignorancia natural en la población no letrada, que no participa en las decisiones políticas debido a su desconocimiento de la lecto-escritura y por lo mismo de las ideas en boga que reivindicaban la nueva religiosidad de salvación terrenal; La Escuela se convierte en la practica de apertura de claustros en todas las comunidades posibles, cuestión que vuelve obligatoria al convertirse en Presidente, después de haber aniquilado el retorno al poder de la religión de salvación celestial, la Monarquía y la Iglesia.

Pese al empeño del Juárez comunal individualitario, el pensamiento comunal natural; la comunalidad, se sigue reproduciendo en sus bastiones más amurallados; lo rural, la montaña, los lugares poco propicios para la concentración demográfica, regiones en donde también encontraba terreno fértil el florecimiento de principios, códigos culturales, diferenciados generadores de idiomas y dialectos propios, normas y responsabilidades políticas, que nada tenían que ver con lo que sucedía en las ciudades, en donde la presencia del hombre en la competencia, alumbraba la manera del qué hacer y del razonar diario.

Al prevalecer el sector de los liberales “ilustrados” lo que en la actualidad se podría llamar izquierda moderada o radical, el fenómeno de imposición no se modifica. El conocimiento es cocinado en ámbitos individualitarios y se impone a los ignorantes comunalitarios. El individuo no alcanza a distinguir la comunalidad en su pensamiento, no respeta más que al poder, mucho menos respeta la comunalidad natural que florece en espacios no urbanos. A estas comunidades se les impone modos de vida, valores, medidas, calificaciones, principios en fin; la homolatría, que campea a diestra y siniestra en ámbitos comunalitarios, tildados de pobres, marginados, explotados, malcomidos o desnutridos, pero sobre todo ignorantes porque no saben leer y escribir y en esta época no sólo eso, sino también porque no tienen licenciatura, maestría o doctorado, o lo más importante porque no son empresarios o políticos encumbrados o en última instancia por no saber usar la computadora.

En la actualidad la comunalidad ha logrado adecuarse al pensamiento exterior impositivo, medidor, ha encontrado las formas adecuadas para no abandonar sus formas y razón de ser. A la imposición, opone la resistencia y aunque poco y no en todos lados, logra el reconocimiento jurídico a sus prácticas comunalitarias. En Oaxaca por ejemplo, en donde no se descubre ni se toma en cuenta el reconocimiento que en 1848 da Juárez a las Republicas y Municipalidades, es hasta 1995 que se da reconocimiento constitucional a sus prácticas centenarias de hacer política.

Al no distinguirse, entenderse y comprenderse la comunalidad que tenemos, recibimos y ejercitamos todos en el plano individual, pareciera que no tenemos o alcanzamos la capacidad para apreciar la comunalidad natural que se desarrolla en ámbitos no urbanos, incluso urbanos, colonialmente designados pueblos indígenas. Todo eso se traslada a la comprensión de lo político actual.

Resulta obvio que si el quehacer político se diseña, se norma desde un contexto individualitario, de competencia, de número, de cantidad, de alta densidad demográfica, el resultado obtenido responderá a esos patrones de pensamiento.

DE LA DEMOCRACIA A LA COMUNALICRACIA; DE LA CANTIDAD A LA CALIDAD.

Si partimos en nuestra reflexión de una comprensión de lo patriarcal que se evidencia en el Benito Juárez, al abandonar la naturaleza materna del García, entendemos también porque se deposita en un segundo plano a la naturaleza, que ofrece otra traducción distinta de la vida y que se expresa en la comunalidad, en una relación más armoniosa entre hombre y la naturaleza. Por lo contrario si ejercitamos el conocimiento que tiene como referencia inmediata al hombre, comprenderemos las razones de la visión individualitaria que se refuerza desde la colonia hasta nuestros días.

Tenemos ahora la necesidad de entender porque se requiere trascender los ámbitos que forjan y convierten esta visión en un individualismo, es decir en un sistema o código de pensamiento que se impone, que homogeniza hasta hacernos creer que la individualización es la única opción que el hombre ha ejercitado en su devenir. Tampoco creemos que deba llegarse al extremo de sustituirla por la comunalizacion, porque estaríamos ejercitando un “quitate tú para ponerme yo”, lo que creemos es que tener clara la existencia de dos formas antagónicas de percibir y traducir la realidad, nos lleva a encontrar nuevos caminos que nos saquen del esquema o laberinto individualitario en el que pareciera estamos encerrados.

Uno de los dogmas concebidos por la visión individualitaria más respetuosa de su comunalidad mental; es la democracia. El problema o necesidad humana de la participación lo enfrentaron los griegos, había que ordenar la vida de las ciudades Griegas y es así como nace la Polis, y se propone la democracia como ideal para la participación, “el poder del pueblo”. Este bello intento, aunque homolatra desde su raíz, ya que surge en la ciudad, es casi inmediatamente trascendido en los ámbitos de la competencia, emergen imperios, religiones monoteístas, monarquías y más tarde los Estados-Nación. La democracia reaparece en la lucha contra la monarquía a través de la revolución francesa y se extiende por todos lados, principalmente en la liberación de las colonias americanas. Los Estados Unidos de Norteamérica son un primer resultado, y se extiende a México y Sudamérica. Los liberales en México aprovechan a la democracia para restar la presencia ideológica, política y económica del cristianismo que había sido impuesta por la monarquía española.

Juárez enarbola a la democracia, como la formula adecuada para integrar las diferencias entre sectores conservadores y liberales, que en cada una de ellas albergaban fracciones moderadas y radicales. La democracia de élite, permite la conformación del poder, la estructura de una representatividad nuevamente ceñida a la población urbana, que maneja la lectoescritura y que hilvana sus posibilidades con representantes de comerciantes, académicos y con ello, evidencia un panorama que se ha modificado con el transcurrir del tiempo, pero sobre las mismas bases y principios.

Durante todo el periodo de la Reforma, la democracia no deja de ser la bandera modernizadora que enfrenta las cenizas de la visión clerical de salvación celestial. Con el porfiriato (la democracia) prácticamente desaparece, con una dictadura que no sólo no toma en cuenta la participación de las elites liberales, que en esos momentos empezaban a germinar una izquierda, sino que aplasta la participación de la sociedad en su conjunto. Con la revolución, de nueva cuenta es la democracia la que permite la conformación de un nuevo poder, sirve para reunir caudillos regionales, terratenientes acaudalados, que obviamente pretendían acceder al poder. La visión liberal democrática logra reunir a personajes provenientes de contextos diferenciados incluso de símbolos; como un Zapata y un Carranza. Nace la izquierda Agonista, en sus inicios emergida de ámbitos comunalitarios naturales, pero más tarde, reproducida en el seno de ciudades que conforman una izquierda débil, frente a una estructura que logra una consolidación institucional que le mantiene en el poder más de 70 años, periodo en el que sobrevive una izquierda sometida a modernos dogmas, que no abandonan su homolatría pero que diseñan nuevos modelos sociales que la recia estructura “revolucionaria” impide florecer.

Atada de nueva cuenta al pensamiento occidental, individualizador, cuantitativo, clasista; la homolatría moderna ahora en manos de marxistas, socialistas, no cuaja. Los acontecimientos Internacionales inciden en su configuración, y tampoco abandona su elitismo natural heredada de los liberales reformistas.

Después de los ochenta, quebrada la posibilidad de un socialismo mundial la izquierda mexicana enarbola la bandera de la democracia para abrirse paso en el acceso al poder, frente a un poder institucional y un ala conservadora denominada derecha, que a últimas fechas pareciera volver sobre sus fueros. En esta época, también es la derecha quien se aferra a la democracia de elite, pero claro sin perder ni abandonar, sus tradicionales principios conservadores de origen cristiano.

Todo esto demuestra que la democracia ha existido como la única manera de organizar a la sociedad. Quizás ya se comprenda más la realidad de la diversidad, incluso, se ha logrado legitimar su existencia, aun sin incorporarla al pensamiento, es decir, sin tratar de reconocer otras formas de ejercicio de pensamiento que partan precisamente de la diversidad real. Se ha entendido la existencia del hombre desde su identidad planetaria, pero aun no se toma en cuenta a la tierra como fuente de pensamiento, de ética, de moral, de ritmo, de estilo; en fin, seguimos separando al hombre de la naturaleza. Tampoco se ha ejercitado una capacidad para entender y comprender el modelo de pensamiento que proviene de la naturaleza y que es el que hemos entendido como comunalidad natural. Es decir, si la democracia se finca en la medida, en la cuantificación, en la regulación de una pirámide, diseñada ex profeso; debe existir un horizonte de calidad que se sustente en mecanismos de relación social no cuantificable, no medible pero existente. Y a esto es lo que nosotros llamamos comunalicracia. Es decir, no al poder de lo abstracto individual que a ultimas fechas se ha vuelto masivo, sino a la autoridad emergida de la relación “cara a cara”, directa, dialogada en lo cotidiano, establecida sobre valores entendidos, compartidos y creados por todos. Este es el modelo fuertemente ligado a la naturaleza, un ámbito que inyecta en la sociedad comunalizada un ritmo, un color a la interpretación de la vida y que garantiza una participación política de calidad que ha trascendido los siglos y quizás los milenios, que ha estado ahí guardada, desconocida, ocultada, debajo de toda una era homolatra que se niega a desaparecer y que además encuentra en su modelo de pensamiento los razonamientos necesarios para sobrevivir.

En estos tiempos se habla de democracia representativa, aunque se represente en abstracto, de democracia ciudadana aunque se vuelva a la cuantificación; de democracia participativa aunque las grandes mayorías no participan, incluso se nieguen a participar. Las democracias “ejemplo” en todo el mundo, sólo en algunos casos logran el 50% de la participación. Esto significa, que en la misma democracia se encuentran los obstáculos para una verdadera participación. La democracia finca para si misma un régimen jurídico que le sitúa candados a la participación popular. Integra camisas de fuerza que no permiten a cualquiera el acceso a las decisiones.

Por todo esto, la comunalicracia pareciera ser un modelo condenado a la desaparición. En el Oaxaca de Juárez por ejemplo se ha logrado el reconocimiento de sistemas normativos internos, denominados de usos y costumbres, un modelo de acción política que permite a la sociedad civil acceder de manera permanente a la representación política, es decir, se nombra a las autoridades sin la necesidad o requerimiento de un derecho político, sin la necesidad de entenderla como derecho político sino por lo contrario como la obligación del representar sin volver esto un oficio o manera de vivir. Es un derecho representar pero fundamentalmente es una obligación no remunerada, dentro de un proceso de participación que observa y reconoce la calidad de la persona, el que es calificado por su capacidad, por su obediencia, por su responsabilidad. Es cierto, esto se da en comunidades pequeñas pero a fin de cuentas es un modelo político con calidad en la participación.

La comunalicracia no se sustenta en las capacidades de discurso, en los afectos de grupo, o de comunión de ideas; se fundamenta en la acción diaria, en la obligada participación de todos a través de una asamblea que no es titulo o membrete, sino una realidad asociativa integradora de la diversidad, en donde se practica el consenso no la mayoría, o sea donde se respeta la calidad y profundidad, no la cantidad superficial. Aquí la elite desaparece, los letrados no están por delante, el oficio es inexistente. Cuando se quiere atacar a la comunalicracia se habla inmediatamente de caciques y se da por obvia la ignorancia que permite el control de estas sociedades pequeñas. No se dice o es muy raro que se diga, que la democracia en la ciudad tenga caciques de horca y cuchillo, quizás porque tienen saco y corbata, y se tenga un titulo universitario. Pero tampoco podemos negar que la comunalicracia tienen momentos de flaqueza, pero esta ahí, como un modelo que da satisfacción a los que la ejercitan y como todo modelo también generan insatisfacción, inconsistencia, pero es el conjunto diverso quien encuentra la salida a los problemas. Y si la comunalicracia (usos y costumbres), ha estado ahí por siempre, quiere decir que puede ser un modelo para la sociedad en su conjunto, con sus adecuaciones claro.

La democracia empuñada por Juárez no ha borrado del mapa a la comunalicracia, la ha hecho a un lado o la ha ignorado, pero esta ahí, se propone ella misma. Estoy seguro que a sus doce años, Juárez García claramente percibió el respeto y la obediencia que se le debe tener a una autoridad, ética que obviamente debe haber sido lluvia fresca en las relaciones que entabló en la ciudad, llenas de prejuicios de carácter religioso (estoy pensando en la ciudad de Oaxaca de aquellos tiempos).

La democracia en 2006 de nueva cuenta, hace otra prueba más. Es el año del bicentenario de don Benito Juárez García, año de elecciones para Presidente de la Republica, de Senadores y Diputados. La democracia ondea como fórmula, como recurso, como himno, como argumento, como sueño, todo se puede hacer gracias a la democracia. De nueva cuenta se asoma el cambio de representantes bajo mecanismos formados en la medida, en el anonimato, en la clandestinidad, en el silencio. Una democracia hecha números, acción que se realiza en dos minutos y estaciona a los elegidos, tres, seis o décadas.

La democracia pareciera ser una bolsa donde cabe todo, aunque estos estén como perros o gatos. Todo se quiere acomodar en esa bolsa claro también se sabe quien es el dueño de la bolsa, a quién beneficia el uso de la bolsa, ¿cómo y en qué momento y de que modo debe moverse la bolsa? No cabe duda que el hombre se a embolsado a si mismo.

Al comprender la existencia de la comunalicracia, se pudiese pensar en desatar la bolsa, permitir que los demócratas salgan fuera y con ello pudiéramos conocer su personalidad uno a uno, para integrar una sociedad más abierta (no como la bolsa) pero más respetuosa de lo que verdaderamente existe y debe realizarse. En conclusión, es importante romper cualquier tipo de bolsa.

En Oaxaca 2006, una elite gobernante autoritaria, como cualquier gobierno en esencia “no representativo”, vuelve a la democracia como la alternativa. Es decir, se sigue buscando las soluciones dentro de la bolsa, despreciando otras posibilidades que están fueran de ella. Tenemos que reconocer que en la bolsa se guarda la actividad, la decisión y el pensamiento de un sector que reproduce una cantidad de información que ha asimilado su responsabilidad de protagonizar el diseño político para todos. Es en esto en donde radica la debilidad de los sectores que se encuentran encerrados en la bolsa de la democracia, y es esta debilidad la que se debe trascender por la vía de incorporar modelos políticos naturales como lo es la comunalicracia.

Cuando la democracia elige a una elite gobernante y esta se ve presionada a diseñar el estilo, la forma de distribuir la riqueza publica que proviene de la contribución fiscal ciudadana, la explotación de recursos naturales; hidrocarburos, productos industriales y principalmente la fuerza de trabajo de la ciudadanía; obreros, emigrantes, es cuando el criterio o el pensamiento de los que ostentan el poder, se convierte en otra imposición en el ejercicio (desarrollo) de la vida.

Es el gobernante quien decide como y qué debe hacerse en cada región. La población local a pesar de estar supuestamente representada en la estructura del poder, no participa en las decisiones del hacer lo que verdaderamente se necesita y se desea. La planificación, titulo que se da a lo que se debe hacer en materia de “desarrollo”, la diseña y ejecuta el Estado a nombre de la sociedad, la que es considerada inerme, ignorante, requerida de capacitación en todo y para que no falle, es necesario “así lo piensan” redactarles todos los formatos y guías posibles para la administración de recursos que son suyos.

La educación sigue ideándose centralmente, a pesar de los avances científicos que han dado mayor legitimidad al conocimiento elaborado en regiones actualmente habitadas por “ignorantes”. Aportes en la medicina, arquitectura, derecho, alimentación, que provienen del profundo conocimiento de la naturaleza, siguen siendo considerados por la educación gubernamental como lastres del “subdesarrollo” “lacras que deben ser exterminadas”.

En Oaxaca la existencia de 570 municipios, que en paralelo ostenta un 65% de tenencia comunal de la tierra, es interpretada por los planificadores provenientes de la democracia, ser un obstáculo para el “desarrollo”. La existencia de 16 pueblos con idiomas y rasgos culturales diferentes, que son sociedades fuertemente llegadas a la naturaleza y las que en su mayoría de municipios (418), ejercitan la comunalicracia; son tomadas como atávicas, conservadoras y que por ello son pobres, marginales y explotadas. Sin siquiera analizar que el proceso “desarrollo” es impulsado por un gobierno emanado de la democracia y que es una práctica fundamentada en la explotación y la marginación en detrimento de sociedades que portan otro modelo de pensamiento y acción política. Ya se dijo que algo se ha avanzado en el reconocimiento de este modelo político (la comunalicracia) en la ley estatal electoral, pero aun se sigue pensando que son sociedades que hay que educar porque no tienen el conocimiento que es necesario “para la buena realización de la democracia”.

Pareciera que desde adentro, encerrados en la bolsa, los ejercitadores de la democracia no pueden o no quieren ver que hay vida fuera de la bolsa, vida que puede desatar la bolsa y permitir una verdadera y libre determinación política de la sociedad. Oaxaca en este 2006, nos presiona a vernos o traducirnos como una realidad social políticamente atrapada en un esquema político que deja fuera de la jugada a más del 50% de la sociedad. Desde la democracia se exige una reforma del estado, renovar las instituciones “las camisas de fuerza” diríamos, para lograr una mayor participación de la sociedad, pero esto exige una reforma del pensamiento, es decir entender y comprender otros y diversos modelos políticos que no son representados por medios o formas democráticas pero que tienen sus formas propias de su actuar político. Se exige entender que no existe sociedad que no diseñe para si misma un modelo de organización. En Oaxaca existe la comunalicracia esta debe atenderse y entenderse. Es cierto, para el Oaxaca actual no queda más por ahora, que proponer soluciones dentro de la camisa de fuerza constitucional, o la bolsa en la que se encierra a la democracia, pero es momento para entender con mayor amplitud, transparencia y reflexividad, la existencia de otros modelos políticos y sociales que no pretenden el acceso al poder, sino sólo ser respetados en sus formas de proceder. No se trata de hacer a un lado a la democracia, sino evitar que siga siendo una bolsa, a través de la inclusión de otras formas políticas que se expresan, en nuestro caso, en Oaxaca.

Es urgente desatar la bolsa para desenmascarar a su dueño, al que la mantiene atada, amarrada. Estos dueños están fuera de los marcos nacionales. Sus testaferros, sus bufones, son los que se entretienen dentro de la democracia, la noción de izquierda y derecha, así como el centro se nos muestra como comparsas que encubren al dueño o a los dueños de todo, que quizás ni nombres ni apellidos tengan, pero que no dudamos de que si tuvieran apellido, usarían el paterno, aprovecharían al máximo su libertad e individualidad y utilizarían a la democracia como el modelo político para mantener sus privilegios.

La reforma de pensamiento, como lo plantean los más lucidos intelectuales homolatras, diseñadores de religiones de salvación terrenal, o aquellos que encuentran en la complejidad el método adecuado para la interpretación de la vida; debe traducirse en el ejercicio del respeto profundo conciente e inconsciente de la pluralidad y de la diversidad sociocultural, de la naturaleza que mantiene vivas a sociedades con una también diversidad de cercanías o lejanías a la naturaleza. Si en su afán de aplastar a la naturaleza el homolatra cifra todo en sus capacidades humanas, miremos todo también desde la naturaleza sin prejuiciarnos de extremar el pensamiento al extremo opuesto; la naturolatría.

Si empezamos con “el Juárez” en este breve trabajo, debemos terminar con él. Juárez influido en el liberalismo europeo, asienta a la sociedad mexicana en la democracia republicana, fortalece el estado de derecho laico y ofrece la posibilidad de un gobierno federal o federalizado según se vea. Esta camisa de fuerza, modificable dentro de sus propios marcos de realización y concepción, ha encontrado en la individualidad la capacidad autónoma de realización, escondiendo, ignorando la comunalidad de pensamiento de un individuo que es definido por su contexto. Esta individualidad que no comprende ni parte de la región, de la microregión, de la comunidad, se origina y diseña una autonomía política dentro del mismo marco jurídico que ha diseñado.

Juárez parte de un territorio nacional no definido por la naturaleza sino por el hombre que la habita. Con ello desaparece a pueblos culturalmente definidos, divide regiones geográficas que muestran unidad de pensamiento y acción, estratifica la población según educación y recursos acumulados. Con ello Juárez defiende un territorio abstraído por el hombre y hace de la homolatria la esencia de pensamiento y acción. Estructura el gobierno de la Republica sobre la base de una democracia en la que participan “iluminados”, liberales y conservadores, una democracia que alberga a sus herederos, conocidos unos como la Izquierda y a los otros, la Derecha. Cifra el ejercicio de la vida que sus herederos llaman “desarrollo” en la propiedad y en la rebatinga de recursos del estado y la sociedad, orienta sus acciones hacia la población inerme, o a los consejos empresariales que dentro la bolsa-democracia, ponen a prueba toda su capacidad de convencimiento, de conocimiento, de información, de control, incluso de corrupción, ejercicio que representa la defensa de intereses que son propiedad de agentes sin rostros ni nación, ni cultura, ni origen. Los grandes capitales trasnacionales, globales, mundiales, que ya no tienen personas que los dirigen, ósea poseedores, sino maquinas que regulan mercados, organizan y desorganizan guerras, que tienen a los presidentes, ministros, gobernadores, como agentes protectores de sus intereses, en ellos también están las iglesias, el narcotráfico, que reproducen, a través del control estricto técnico y financiero de los medios de comunicación, sus gustos, o todas aquellas prácticas motivadoras en los humanos que acrecientan sus riquezas y el control del planeta. Son ellos los que diseñan tecnológicamente la presente agonía de la tierra.

1 comment:

Luna said...

Estoy de acuerdo